Yamil Inostroza también contribuyó en este artículo.

El presidente Spencer W. Kimball, quien en la década de los ’60 era miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, fue uno de los hombres clave en el inicio de la edificación del Reino en las tierras ecuatorianas. Luego de presentar sus planes de iniciar la obra allí, él mismo fue asignado por el Presidente de la Iglesia a dedicar el país. Durante su vida tuvo en particular cariño por el pueblo ecuatoriano a quienes visitó en varias ocasiones. Más adelante el élder Kimball, llegó a ser el Presidente de la Iglesia.  

En 1965, el élder Kimball conversó con el presidente David O. McKay, sobre los planes para la obra misional en Sudamérica con una especial atención en este país. El élder Kimball dijo «tomé un gran mapa de Sudamérica y lo puse sobre la mesa… el señalé Quito en Ecuador y le dije de los millones de indios en el Altiplano y la sierra de los Andes. Él me preguntó ‘¿millones?’ a lo que yo le dije ‘si, presidente McKay, hay millones y son indios pura sangre que hablan diferentes lenguas y dialectos’. Le dije: ‘presidente Kimball… creo que el tiempo de los lamanitas ha llegado para que ellos escuchen el Evangelio’, y él respondió, ‘si, es tiempo y ellos deben escucharlo y usted es quien tiene de visión de esto entre los Doce… tiene mi aprobación’. (Kimball, Spencer W. Kimball, 361).

El 9 de Octubre de 1965, el élder Kimball visitó Quito, Ecuador. Junto con el presidente Jesperson, de la Misión Andina, y los cuatro misioneros subieron en taxi hasta la cima del Cerro Panecillo, en el centro de Quito, para ofrecer la oración que dedicaría la tierra del Ecuador para la predicación del evangelio. De camino encontraron una familia de turistas y el élder Kimball le mandó a los misioneros para invitarlos a ellos y a su chofer a unirse al servicio dedicatorio.

El presidente Spencer W. Kimball abraza al patriarca Tabango, de la tribu de los Otavalos, el día de la dedicación del Templo de Guayaquil. | Foto: Archivo.
El presidente Spencer W. Kimball abraza al patriarca Tabango, de la tribu de los Otavalos| Foto: Archivo.

Sobre este día el élder Kimball escribió en su diario: «Llegará el día en que los lamanitas tendrán su oportunidad. La Misión Sudamericana ha de ser un poder en la Iglesia» (bis. 354).

Actualmente en Ecuador hay alrededor de 230 mil miembros, 5 misiones y un templo.

Oración dedicatoria

Ecuador, 9 de octubre de 1965

“Oh Dios, Padre Eterno. Nos ponemos de pie sobre este cerro alto en el centro de esta hermosa ciudad de Quito en el país del Ecuador, en esta posición central en la tierra de Sión, para alabar Tu nombre y dedicar y apartar esta tierra de los lamanitas para la restauración del evangelio verdadero y sempiterno a este pueblo que ha estado tanto tiempo sin sus oportunidades gloriosas y benditas. Te agradecemos, Padre Nuestro, por las bendiciones numerosas que han venido al mundo, que finalmente serán disponibles para esta gente.

«Alabamos Tu nombre por la restauración del evangelio de Tu hijo Jesucristo, que toda la humanidad pueda escuchar su verdad y pueda aceptarla o rechazarla. Estamos agradecidos, Padre Nuestro, por el profeta José Smith, por quien Tú devolviste las verdades del evangelio sempiterno al mundo, y a quien fue dada la autoridad de restablecerlo y dar de nuevo al pueblo de este mundo todos los principios ordenanzas, bendiciones, y privilegios que el hombre puede tener, los cuales, como Tú has dicho, son todo lo que Tú posees.

«Nuestro Padre Celestial, nos presentamos en esta ocasión notable, habiendo dado los primeros pasos hacia el establecimiento del evangelio en esta tierra escogida que ha sido ocupada por muchos siglos por Tu pueblo, los hijos de Lehi. Sabemos que esta tierra, escogida entre todas las demás, es la tierra de Sión, donde Israel debe recogerse para que Tus bendiciones les vengan en abundancia.

«Padre, en esta tierra llamada Sión, en un lugar conocido por Ti, Tu Hijo Amado vino a los antepasados de este pueblo y les enseñó el evangelio restaurado hace siglos. De estas verdades ha habido una gran apostasía, y las verdades de Tu evangelio sempiterno se perdieron a todo el mundo así también a este pueblo escogido. Pero por Tu gracia y bondad el evangelio ha sido restaurado al mundo, pero todavía no ha sido devuelto a este pueblo.

«Reconocemos, Padre Nuestro, que hay millones de personas buenas en esta tierra de Sudamérica y ellos tienen que tener el privilegio de aceptar Tu gran programa. Somos conscientes del hecho de que Tu siervo, el élder Melvin J. Ballard, dedicó toda la tierra de Sudamérica para las enseñanzas del evangelio y la conversión del pueblo de Sudamérica con referencia especial a los lamanitas que moran en esta vasta tierra.

«Ahora, Nuestros Padre Celestial, venimos a Ti de nuevo. Tu obra ha prosperado en áreas específicas en este gran continente, pero está alejada de esta tierra del norte. Entonces, en el nombre de Tu Hijo, Jesucristo, rededicamos toda Sudamérica, y más específicamente la tierra del Ecuador, para la predicación del evangelio a los hombres y mujeres numerosos y buenos en esta hermosa tierra, para que escuchen la verdad, que sus corazones sean tocados, que reciban la verdad, transformen sus vidas y sean organizados para llevar adelante el gran programa que Tú has establecido.

«Padre, te pedimos que continúes bendiciendo a los de parentesco europeo y a los que se han mezclado entre los indios, aquellos mestizos, muchos de los cuales tienen corazones buenos, mentes limpias y espíritus dulces. Bendícelos Padre, para que respondan a todos los esfuerzos y oraciones proselitistas de todos los que han servido aquí y han orado por ellos.

«Padre Nuestro, con referencia especial ahora a los numerosos indios que viven en esta tierra Te pedimos Tus bendiciones. Ellos han esperado tanto tiempo, Padre Nuestro, para que el evangelio les llegara. Han degenerado hasta el punto que están sin Cristo y Su gran programa. Están sin las ventajas de aún este mundo y te pedimos que los bendigas, Padre, que sus corazones sean tocados y que sean llenos de las verdades gloriosas del evangelio.

«Te pedimos, Padre, que bendigas al presidente de esta misión y a sus misioneros y a todos los que vendrán a visitar a este pueblo, que cada obra, pensamiento y oración sea enfocado sobre la edificación del Reino de esta área.

«Padre Nuestro, recordamos que Tu hijo, Lehi, oraba, oh como oraba por sus descendientes y profetizó que no serían totalmente destruidos para que recibieran las verdades del evangelio. Recordamos que Tu hijo, Nefi, que clamaba continuamente a Ti a través de los días y mojó su almohada con lágrimas por las noches al contemplar en visión profética las grandes tribulaciones a las cuales su pueblo sería sujetado y lloró por ellos.

«Padre, recordamos que Tu hijo, Enós, después de que había recibido una remisión de sus pecados empezó a orar con toda su alma por sus hermanos, los nefitas, y que Tú le prometiste a los nefitas que se les sería dada cada bendición que merecían por su servicio y manera justa de vivir. Entonces él clamó a ti en oración ferviente, con fe incesante, para que Tú recordaras a los lamanitas y le prometiste traer la verdad, para que no perecieran con los nefitas, y esto según la fe de Tu hijo Enós.

«Oh, Padre, recuerdas a Tu hijo lamanita y profeta, Samuel, y a los otros profetas numerosos entre Lehi y Moroni, quienes lloraban, oraban, ayunaban, y luchaban por su pueblo, para que no fuera destruido y que tuviera las oportunidades de la vida y de la eternidad. Ahora, Padre Nuestro, ellos han sido esparcidos según Tus profecías, esparcidos a los extremos de este gran mundo americano. Ahora, oramos, nuestro Santo Padre, de que hayamos llegado al tiempo en que los lamanitas puedan escuchar el evangelio, unirse a la iglesia verdadera y ser recogidos en cada acción. Padre Santo, te preguntamos ¿no han esperado lo suficiente a través de estos siglos interminables? ¿No han sufrido suficiente dolor, angustia, privación e ignorancia? ¿No han sido suficiente todos estos siglos?

«Y ahora, Padre, especialmente en esta tierra de Ecuador, nos ponemos de pie en este momento y Te pedimos que abras el camino y hagas que cada situación contribuya hacia la conversión de esta tierra y este buen pueblo. Padre, oramos para que los corazones de los líderes políticos se sensibilicen, que entiendan y que controlen las situaciones políticamente para que haya una cálida acogida para las verdades de Tu Evangelio.

«Padre, bendice, Te rogamos, a toda la gente, para que pueda abrir su corazón. Te pedimos que frustres los designios del mal, el cual hará todo lo que está a su alcance para destruir esta obra. Padre, cambia y ablanda los corazones de los líderes de otras iglesias quienes hacen esfuerzos vigorosos para destruir la obra casi antes de que nazca. Bendice a esta gente indígena que pueda aceptar las verdades, porque Tu evangelio les traerá bendiciones numerosas: zapatos para los pies, ropa para cubrirse, casas en que vivir, iglesias en que adorarte y cosas hermosas que Tú puedes dar.

«Nuestro Padre, nos has prometido que cuando Tú pueblo viva los mandamientos lo harás prosperar. Los antepasados de esta gente han prosperado muchas veces y después, por iniquidad, han perdido todo lo que habían ganado por la prosperidad. Bendíceles ahora, oramos Padre Nuestro. Nuestros corazones derraman lágrimas esta noche, rogándote e implorándote que cuides los elementos para el bien de esta causa. Levanta amigos para la Iglesia y su pueblo. Atiende todos los asuntos políticos y situaciones industriales para que las cadenas y ligaduras que han estado empobreciendo, limitando y deteniendo al mundo y teniendo cautivo este pueblo durante muchos siglos se partan y sean rotas, para que el pueblo pueda escuchar las verdades y entrar en Tu Reino.

«Te pedimos que bendigas a los que están aquí con nosotros esta noche, para que tengan un atisbo del evangelio, para que sus corazones sean tocados y que su valor sea fortalecido y que entren al Reino y lleguen a ser los primeros frutos. Padre Nuestro, Te pedimos todas estas bendiciones ahora y en el nombre de Tu Hijo, Jesucristo, Nuestro Señor, Nuestro Redentor, dedicamos este país del Ecuador para la predicación del del Reino aquí y hacemos esto con toda nuestra esperanza, fe y oraciones, Nuestro Padre Celestial, en el nombre de Jesucristo, Amén».

-Élder Spencer W. Kimball.

Templo de Guayaquil Ecuador. | Foto: LDSChurchTemples.com
Templo de Guayaquil Ecuador. | Foto: LDSChurchTemples.com

Foto destacada: Cerro Panecillo, lugar donde el élder Spencer W. Kimball ofreció la oración dedicatoria para la obra misional en Ecuador. | Foto: Flirck, Romulo Moya Peralta.