Por Michael Otterson, Director de Asuntos Público de la Iglesia, publicado por el Washington Post
Traducción por Gabriel Pérez (GP/YI)

WASHINGTON D.C., Estados Unidos – En el mismo fin de semana en que fue anunciado que el número de mormones alrededor del mundo había superado la marca de los 15 millones, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días superaba otro record.

El Presidente de la Iglesia, Thomas S. Monson, anunciaba en la Conferencia General Semestral N° 183en Salt Lake City, este fin de semana que recién pasó, que en este momento hay 80.000 misioneros sirviendo a nivel mundial (un asombroso incremento de 22.000 en el último año, de los cuales la mitad son mujeres).

Quizás no hay otro aspecto de la iglesia que sea más visible o permanente que la “omnipresencia”, principalmente de misioneros mormones de género masculino, reconocibles instantáneamente en las calles y ciudades del mundo por su camisa blanca, corbata, escrituras bajo el brazo y sonriendo ampliamente.

Fue hace solo un año que el Presidente Monson anunciara un rebaja en la edad minina para misioneros a nivel mundial, lo que hiciera que miles de jóvenes recalibraran sus vidas. Para los hombres, la edad bajo de 19 a 18 años. Para las mujeres, ahora la edad mínima era 19, y no 21.

En los 21.000 asientos del Centro de Conferencia, que flanquea Temple Square en Salt Lake City, la audiencia reacciono visiblemente al anuncio.  Jóvenes que estaban próximos a terminar la enseñanza media y que habían planeado un año de educación superior o algún trabajo temporal antes del servicio misional, sorpresivamente tenían la opción de irse antes. Muchas jóvenes de la misma edad, quienes tenían vagamente abierta la opción del servicio misional “quizás, si es que nada mas ocurrio en mi vida”, comenzaron a tomar sus teléfonos celulares para enviar mensajes de texto a sus obispos solicitando citas. Muchos lloraron por la nueva oportunidad; otros brillaron. En los días siguientes al anuncio, miles de ellos fueron a sus citas para comenzar el proceso de selección.

Un año más tarde, los números hablan por sí solos. Misioneras sirviendo: incremento de un 140%. Misioneros sirviendo: incremento de un 21%. Incluso los matrimonios adultos, jubilados,  es están ofreciendo como voluntarios: 8% más que el año anterior.

A pesar de que la Iglesia confiaba en un incremento, nadie podía tener la certeza de los números o el impacto que el cambio iba a tener.  Veintidós mil misioneros más significaron que universidades tuvieron que lidiar con cancelaciones de matrícula a último momento, al menos por ahora. Centros de Capacitación Misional alrededor del mundo ha tenido que repensar sus horarios y el tiempo de capacitación misional fue reducido entre un cuarto y un tercio para poder acomodar mayores números. Un nuevo Centro de Capacitación Misional fue abierto en la Ciudad de México, donde muchos misioneros llamados desde Estados Unidos ahora aprenden español antes de viajas a sus lugares de trabajo asignados. Todos los otros Centros de Capacitación están trabajando a su máxima capacidad. Y en las más de 400 misiones alrededor del mundo, nuevos consejos de líderes han sido formados con misioneros y misioneras, lo que refleja el cambio en la composición de la fuerza misional.

Para aquellos poco familiarizados con la fe, y en especial aquellos que no se familiarizan con ninguna fe, todo esto puede resultar un poco extraño.¿ Por qué razón jóvenes de 18 y 19 años estarían dispuestos a poner pausa en sus vidas por hasta dos años, al mismo tiempo que sus pares avanzan en sus estudios o comienzan sus carreras profesionales?

La respuesta es la misma respuesta que hace ser a los mormones lo que son. Si no es desde la cuna, entonces definitivamente desde kindergarten, a los mormones se les enseña que los principios del Evangelio de Jesucristo provee una estructura de vida, y que debemos vivir la mejor vida posible basada en ese modelo. Particularmente, nos entregamos a Dios al servir a otros, y así el servicio se convierte en parte integral esa búsqueda para cada fiel Santo de los Últimos Días.

El servicio al prójimo es mucho más significativo cuando es “incomodo”. Cualquiera puede escribir un cheque. Se requiere mucho más para someter nuestras vidas a la voluntad de Dios, para poner nuestros propios intereses de lado, y estar dispuestos a soportar los rigores de una vida bastante espartana, por dos años. No tienen idea a que parte del mundo se les enviará. No tienen ni la más mínima pista sobre que lenguaje tendrán que aprender y hablar por los próximos dos años, o con que compañero misional tendrán que compartir un humilde departamento. Pero si entienden algo del poder que tiene el Evangelio de Jesucristo para cambiar para mejor las vidas de las personas, y es por eso que prestan servicio incondicional.

Dentro de nuestra familia humana global, los misioneros son testigos de cada prueba y circunstancia concebible. Desde opulencia y egoísmo a la pobreza crónica y desgarradora. Desde los efectos de las drogas y alcohol, a la ingrata adicción a la pornografía y las apuestas. Desde hogares destruidos y esposas abusadas, a niños olvidados y enfermedades debilitantes. Los misioneros encuentran todo eso. Pero junto con lo malo, también ven el poder redentor del Evangelio de Jesucristo al cambiar vidas.

Al ser testigos del cambio de las personas, los misioneros obtienen motivación para servir con aun más fe, y en el proceso, sus propias vidas se transforman. Aquellos que han experimentado esta transformación “medular”, vuelven a casa más fuertes, más maduros, más preparados para traer esa experiencia a sus propias familias, comunidades, e incluso al ancho mundo.