En una ocasión el presidente Brigham Young enseñó, «En nuestra vida cotidiana, cualquiera que sea la naturaleza y tipo de lo que emprendamos, los Santos de los Últimos Días, y especialmente aquellos que ocupan puestos importantes en el reino de Dios, debemos mantener una conducta y temperamento uniformes y equilibrados, tanto estando en el hogar como fuera de él. No podemos permitir que los reveses y las circunstancias desagradables amarguen nuestra naturaleza y nos tornen temibles e insociables en el hogar, hablando palabras llenas de amargura y acritud mordaz a nuestras esposas e hijos, creando tristeza y pesar en nuestra morada, haciéndonos temibles en lugar de amados por nuestras familias. La ira no debe tener lugar en nuestro seno, y las palabras sugeridas por sentimientos de enojo no deberían salir de nuestros labios”. (En Journal of Discourses, 11:136).
Hay personas que sugieren que está bien enojarse, que es algo natural. Pero no es así. Y, peor que enojarse es hablar cuando estamos enojados. Al hacerlo, estamos permitiendo que Satanás se aproveche de nuestro cuerpo mortal para largar sus palabras y soltar su odio.
El hermano Jack Marshall, un maestro de Instituto de Religión en la Universidad de Lago Salado escribió, “Las escrituras dejan claro que el adversario no puede leer nuestras mentes. ‘Sí, te las digo para que sepas que no hay quien conozca tus pensamientos y las intenciones de tu corazón sino Dios” (DyC 6:16). Las escrituras también dejan claro, eso sí, que Satanás puede influenciar nuestros pensamientos y acciones al poner ideas en nuestras mentes y corazones … [y por ende algunos] reciben ‘su inspiración de Satanás’ (Joseph Fielding Smith, Answers to Gospel Questions, 5 vols., Salt Lake City: Deseret Book Co., 1957–66, 2:156)».
Recordemos, en cambio, el gran mandamiento en Isaías, pero no sólo en el día de reposo, “Si retraes del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas delicia, santo, glorioso de Jehová, y lo veneras, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu propia voluntad ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré cabalgar sobre las alturas de la tierra y te daré a comer la heredad de Jacob, tu padre, porque la boca de Jehová lo ha hablado” (Isaías 58:13-14, énfasis agregado). Aprendamos y trabajemos constantemente para no hablar nuestras propias palabras, sino aquellas de nuestro Salvador, inspirados por medio del Espíritu Santo.
Fuente fotográfica: afif-kusuma-mv38TB_Ljj8-unsplash
Gregorio Billikopf Encina
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2 respuestas a «¿Qué es la paleografía?»
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Raquel Plúas
El espíritu nos ayuda de una manera hermosa en esta obra y los mismos ancestros aportan mucho. Lo he comprobado cuando indexo o hago mi tarea con mi familia.
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Leyla Guerra
muy interesante saber que hay un libro para ayudar con la escritura antigua que a veces desanima en el proceso de la indexación, podrían agregan el link donde descargar el libro de don José Ricardo Morales por favor