Ofrezcamos, pues, como iglesia y como pueblo, y como Santos de los Últimos Días, una ofrenda al Señor en rectitud; y presentemos en su santo templo, cuando quede terminado, un libro que contenga el registro de nuestros muertos, el cual sea digno de toda aceptación. —DyC 128:24b

El Espíritu de Elías tiene el poder de cambiar vidas. Nos conecta con nuestras familias a ambos lados del velo y nos llena de bendiciones al actuar. El 7 de marzo de 2018 la Presidencia del Área Sudamérica Sur (Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile) mandaron una carta a los líderes del área invitándolos a desarrollar un nuevo programa personalizado de historia familiar. Se trata de un enfoque completamente nuevo y emocionante.

Durante la hora de la escuela dominical, los consultores de templo e historia familiar y otros ayudantes se juntan con miembros de la rama o barrio al que pertenecen para trabajar uno a uno en sus árboles genealógicos. Por ejemplo, si hay sólo un consultor o ayudante, se invitará a un miembro a trabajar con éste a la vez. Si hay tres consultores o ayudantes, se invitarán a sólo tres miembros.

Los miembros participarán dos o tres domingos y luego regresarán a sus respectivas clases de investigadores, jóvenes o escuela dominical. La idea es darle prioridad a los conversos, jóvenes y personas cuyos árboles no estén muy avanzados. El énfasis será en trabajar en el árbol genealógico de estos miembros y no en la teoría. Se trata de ¡aprender al hacer!

El hermano Horacio D. Madariaga, Gerente de Historia Familiar de FamilySearch del Área Sudamérica Sur, cuando volvió de Lago Salado, de la Conferencia General en abril, expresó que “nuestros consultores podrían ‘ministrar’ mediante la historia familiar, entre otras cosas”. Y definitivamente de eso se trata, al trabajar uno a uno con estos nuevos miembros, jóvenes y otros que todavía no han sentido el espíritu de Elías en sus vidas.

Mi esposa, que ha sido consultora de templo e historia familiar en varios llamamientos por varias décadas, exclamó, “este programa es lo mejor que hemos tenido en historia familiar”. El motivo por el que estos talleres individualizados son tan fabulosos es justamente el enfoque de ministrar uno a uno. La meta es que estos participantes sientan el Espíritu de Elías y sigan avanzando después que terminen sus dos o tres clases.

También se trata de un programa de autosuficiencia espiritual. No sentimos el amor por las escrituras sólo por el hecho que las lean nuestros cónyuges, amigos o padres, también debemos leerlas nosotros. Tampoco sentimos el Espíritu de Elías cuando otra persona lleva a cabo el trabajo de historia familiar por nosotros. 

En nuestra rama en Llanquihue, en la Estaca de Puerto Montt, una hermana que no tenía su árbol muy desarrollado fue una de las primeras en participar. La hermana Pamela sintió el Espíritu de Elías de inmediato. Pronto pudo imprimir su primera tarjeta y después muchas otras. Su prima, la hermana Carol, que ha trabajado infatigablemente en la historia familiar de la familia me escribió: “Hno. Gregorio, mi prima Pamela ha seguido con el Espíritu de Elías y está muy interesada en genealogía. Ayer me hizo algunas consultas y hoy ya vino a la casa a reservar ordenanzas y a imprimir tarjetas… ya no me siento sola trabajando en esta obra de historia familiar… ahora tengo a la Pame”.

La presidencia del área ha dicho que este esfuerzo “ayudará a aumentar la retención de los nuevos conversos y la cantidad de miembros que efectúan ordenanzas en el Templo por sus propios antepasados”.

«Estoy muy agradecida y feliz de ver a mi prima trabajando con tanto amor y entusiasmo en historia familiar.»

Este nuevo programa, entonces, será una gran bendición en nuestras vidas. La presidencia del área ha dicho que este esfuerzo “ayudará a aumentar la retención de los nuevos conversos y la cantidad de miembros que efectúan ordenanzas en el Templo por sus propios antepasados”.  

Cuando reunimos nuestras historias familiares y vamos al templo por nuestros antepasados, Dios cumple bendiciones prometidas simultáneamente a ambos lados del velo. Elder Dale G. Renlund, Conferencia General, abril de 2018