Fuente: elperiodiquito.com

Al menos cinco personas le pidieron a David Musselman que se fuera de la propiedad eclesiástica ubicada en Taylorsville, un suburbio de Salt Lake City, algunos le dieron dinero y la mayoría fue indiferente.

El obispo dijo que se disfrazó de indigente para enseñar a su congregación una lección sobre la compasión. Para hacer su apariencia más convincente, contactó a una artista del maquillaje de Salt Lake City para que transformara su rostro en uno diferente que ni siquiera su familia lo reconociera.

«Muchos en realidad desviaron su camino para desdeñarme a propósito y ni hablar de que hicieran contacto visual», dijo a Deseret News (http://bit.ly/1aYkBtP). «Me hubiera gustado acercarme y decirles ‘feliz Día de Acción de Gracias’. A muchos de ellos no les hubiera pedido comida o dinero, y su incapacidad para siquiera saludar fue muy sorprendente».

La reacción que sorprendió más a Musselman fue la de los niños.

«Estaba impresionado por los niños. Podía ver en sus ojos que querían hacer más», comentó.

El obispo, que sólo le dijo a su segundo consejero que se disfrazaría de indigente, caminó hacia el púlpito durante el servicio religioso y reveló su identidad, quitándose peluca, barba y anteojos.

Los integrantes de una congregación mormona en Estados Unidos encontraron a una persona que pensaban era un indigente al llegar a su iglesia el domingo. Pero lo que no sabían era que ese hombre era un obispo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Los integrantes de una congregación mormona en Estados Unidos encontraron a una persona que pensaban era un indigente al llegar a su iglesia el domingo. Pero lo que no sabían era que ese hombre era un obispo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Jaimi Larsen, que estaba en la congregación, se sorprendió. «Comencé a sentir vergüenza porque no saludé a este hombre… Estaba sucio, paralítico, viejo. Estaba murmurando para sí mismo», dijo.

Pero la intención no era avergonzar a los fieles, dijo el obispo, sino recordarles ser amables con todas las personas en los caminos de la vida, no sólo en los días festivos.

«Ser como Cristo, sólo hacerles saber que sé que están ahí», agregó.