Por Romelia González de García,
esposa del expresidente de la Misión Chile Osorno.

Aunque no hayamos estado en una misión de tiempo completo, podemos tener experiencias  espirituales diariamente, si estamos comprometidos y deseosos de servir al Padre y al Hijo  en este mundo terrenal.

“El Espíritu de Dios al hablar al Espíritu del hombre tiene poder para impartir la verdad… a través del Espíritu Santo la verdad se entrelaza en cada fibra y en cada nervio del cuerpo con objeto de no ser olvidado.
Joseph Fielding Smith

“Al familiarizarnos más con el Santo Espíritu, nuestra vida se hace más refinada”
Elder Callister

Algunas veces actuamos sin reconocer la intervención divina, sin embargo al estar en una misión de tiempo completo, dedicados las 24 horas del día en cuerpo y alma al servicio de ese Dios que nos ama, podremos ver y sentir esa intervención divina, cada día.

En julio de 1999 llegamos al hermoso país de Chile con destino al sur, específicamente Osorno.  Mi esposo Jose A. García, había aceptado la asignación como Presidente de la Misión Chile Osorno.

Cuando recibimos el llamamiento informándonos que el primero de julio de 1999, tendríamos que estar en una de las tantas misiones que la Iglesia tiene en el mundo.  No nos especificaron a donde iríamos pero aun así nos sentíamos felices de poder ser instrumentos en las manos del Señor. Pensamos que tal vez nos enviarían a un país de Centroamérica, dado que vivimos en Panamá.

Al recibir la nota donde nos notificaban que era el Sur de Chile, se nos congelaron las ideas de solo pensar que en invierno en Osorno la temperatura baja a mas de dos bajo cero.   Siendo que en panamá la temperatura normal durante todo el año es de más de 30, nos preguntábamos ¿por qué a nosotros?.

El Señor hace milagros, no sufrimos las consecuencias del cambio brusco de temperatura, ni siquiera nos resfriamos.  Llegamos el primero de julio en pleno invierno. La Misión Osorno abarca hasta el fin del mundo; Punta Arenas donde la temperatura llega a 17 bajo cero, y subir a Coyhaique una ciudad enclavada en plena cordillera de los andes en donde la temperatura baja hasta 35 bajo cero.  Aún los saltos de agua se congelan.   ¿Por qué a nosotros?  Porque el Señor nos ama, y nosotros amamos a Chile y a todos los chilenos.

Invierno en el Centro de Punta Arenas, Chile. Invierno
Invierno en el Centro de Punta Arenas, Chile. Invierno

Teníamos dos meses de estar en la Misión, era el mes de septiembre de 1999, cuando mi esposo, el Presidente de la Misión Chile Osorno, recibió una llamada del líder de zona de Coyhaique,  para informar que tenía un misionero que quería regresar a su casa. Fue un impacto para el presidente de misión, pues lo menos que esperaba es que uno de los misioneros quisiera dejar la misión; con las manos en la cabeza decía “por qué, por qué” claro no podíamos obligarlo a continuar, mi esposo hizo todo lo posible para persuadirlo, he inclusive  le dio unos días para que lo pensara mejor  el tiempo pasó pero el insistió en dejar la misión.

Para los presidentes de misión es doloroso cuando un joven decide dejar la misión porque en ese momento no  perciben que serán los dos mejores años de  su vida.

Viendo la preocupación de mi esposo le pregunté si yo podría hablarle, me dijo que si que lo llamara, así lo hice.  No recuerdo lo que le dije ni cuánto tiempo estuvimos hablando, al terminar nos despedimos deseándole una buena noche. A la mañana siguiente nos llenó de alegría la llamada del líder de zona;  el élder terminaría su misión.  Regresó con honor a su país.  Allí donde esté, estoy segura que hoy reconoce que fueron sus dos mejores años.

El Señor cuida de sus hijos y los consuela y trasmite mensajes a través de personas, palabras y hechos.  Allí estábamos nosotros para ser instrumentos en sus manos para cuidar y velar cada día a más de 260 de sus jóvenes hijos.

Durante esos tres años experimentamos todas clases de emociones, algunas alegres otras no tanto, pues algunos de esos, alrededor de 260 hijos se enfermaron, no de gravedad pero si enfermedades de mucho cuidado.  Por ejemplo:  Tenia pocos meses en la misión, lo internamos en un buen hospital en Temuco.  Le detectaron problemas congénitos en el corazón, de los cuales no había tenido síntomas en los Estados Unidos (su país de origen).  Tuvimos que regresarlo a su país para que terminara su misión con asignaciones menos fuertes.

Invierno en ¨El salto¨ camino coyhaique
Invierno en ¨El salto¨ camino coyhaique

Hubo otro caso también de preocupación.  Estábamos en Punta Arenas en una conferencia de zona, al terminar  el Presidente se acercó a un misionero que había estado tosiendo durante la conferencia, le preguntó cómo se sentía y el respondió que estaba bien, por inspiración le dijo que fuera inmediatamente  a un doctor.  Después  de varios días los análisis demostraron que tenía tuberculosis.

Otro caso fue de deshidratación, otro de hipotermia y en todos vimos como obraba la mano del Señor en favor nuestro y en favor de este ejercito de jóvenes y jovencitas.

También tuvimos grandes heroínas, mujeres de mas de 60 años que lo dieron todo por la Obra.  Deseosas de servir al Señor, dispuestas a todos los sacrificios e incomodidades durante dieciocho meses.  La primera en llegar fue una enfermera Inglesa, delgada, alta y de cabello completamente blanco.  No sabía casi nada de castellano y aun así dijo: “yo enfermera así” y unió el índice con el pulgar dejándolos separado por una pulgada,  “y misionera así” entonces separó los dedos todo lo que pudo.  El presidente la entrevisto y la envió a Punta Arenas, su compañera mayor, o en otras palabras la entrenadora era una mujer joven de la Polinesia, claro esta joven ya sabía los dos idiomas.  El trabajo que hicieron fue maravilloso y ella fue inmensamente feliz.

En el transcurso de los tres años en nuestra gran Misión Chile Osorno recibimos a ocho hermanas de mas de 60 años y todas deseosas de hacer proselitismo y con compañeras de menos de 25 años.  La mayoría eran de Estados Unidos, salvo la inglesa y una de Antofagasta, Chile.  Esta hermana, gran hermana, baja de estatura, pero con un deseo gigante de servir.  ¿Se la  imaginan…? el Sur de Chile, frio, lluvioso y como misionera tener que estar todo el día en la calle, con el inconveniente de sus 66 años y sufriendo de asma.

Como sus líderes nos preocupábamos por ella y cada vez que teníamos la oportunidad le preguntábamos por su salud; respondía con una gran sonrisa y con un rostro lleno de felicidad.  Se memorizó todas las charlas y las confirmó a los tres meses, se gano todos los pines que se les obsequiaban a los misioneros exitosos.  Al cumplir los 18 meses en la misión le llegó la hora de regresar a su hogar.  Habló con todos los que tenía que hablar y extendió su misión seis meses más, fue la única que hizo una misión de 24 meses y cuando estaba por terminar quiso pedir una extensión más.  Fue y es un gran ejemplo para todos.

La pregunta es ¿por qué mujeres como ellas estuvieron dispuestas a dejarlo todo y se atrevieron ir al fin del mundo para servir al Señor?  No sé si hoy en día se les permiten a mujeres solas y de esa edad servir una misión de proselitismo.  Fue una bendición para la Misión ver a estas hermanas mayores caminar las calles del Sur de Chile.

Les prometo que todas regresaron felices a sus hogares.

(Imagen destacada: Sister Missionaries | Greg Olsen)