“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado estará sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” (Isaías 9:6). Este bello verso, amado por toda la cristiandad, fue hecho inmortal por el inspirado oratorio de Georg Friedrich Händel en agosto de 1741 (Händel’s Messiah).

A los 52 años, explica el élder Spencer J. Condie, Händel sufrió un derrame cerebral y a consecuencia de su difícil recuperación le fue mal económicamente.[1]

“A fines de una tarde de agosto de ese mismo año,” detalla el élder Condie, “Händel regresaba de una larga y cansadora caminata cuando se encontró con que Charles Jennens, un poeta y previo colaborador, quien le había dejado un manuscrito. El libreto contenía una cantidad abundante de citas de las escrituras, especialmente de las palabras de Isaías, que predecían el nacimiento de Jesucristo y describían Su ministerio, crucifixión y resurrección. La música habría de ser un oratorio. Por causa de sus fracasos anteriores, Händel empezó a leer el texto con cautela.” [1]

Pero pronto sintió la inspiración por las palabras que leía. El élder Condie explica que el libreto le permitió a Händel salir de su depresión, ya que se cuestionaba si no hubiese sido mejor morir que sanarse y sentirse tan inútil: “Una melodía familiar que Händel había compuesto con anterioridad llenó su mente al leer ‘Porque un niño nos es nacido’. Las notas destilaron en su mente más rápido de lo que podía trazarlas en el papel … que en gran parte compuso en sólo tres semanas”. [1]

El oratorio de Handel testifica con tanta fuerza sobre la divinidad de Jesucristo, tal como las escrituras bíblicas en las que se basa. Hoy nos enfocaremos en el versículo de Isaías 9:6.

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado. Edward J. Young explica: “Por medio de las palabras יֶלֶד, ‘niño’ y יֻלַּד, ‘es nacido’ [Isaías] llama la atención a la humanidad del Mesías, mientras que con la frase אֵל גִּבּוֹר [Dios fuerte] somos confrontados con la Divinidad del Mesías. Esta interpretación está fortalecida por la palabra פֶּלֶא [Admirable] en el primer nombre. Realmente Él es Admirable y en vista de esta potente designación el profeta le está atribuyendo divinidad al Mesías”.     

El hermano Monte S. Nyman menciona, “El ángel que le habló a los pastores durante la noche en la que nació Cristo, parafraseó Isaías 9:6 (ver Lucas 2:10–11).

Y el principado estará sobre su hombro (וַתְּהִ֥י הַמִּשְׂרָ֖ה עַל־שִׁכְמ֑וֹ). Aunque Cristo fue el legítimo heredero de la monarquía Davídica, Él no vendría a gobernar durante el meridiano de los tiempos, cuando vino a la tierra como una Oveja, pero sí gobernará cuando en la Segunda Venida lo haga cómo el León, cuando reinará personalmente en la tierra durante el Milenio.

Algunas ediciones bíblicas usan el plural, hombros, en vez de hombro (שִׁכְמ֑וֹ). Pero tanto nuestra Reina Valera 2009 y la Biblia del Rey Santiago usan el singular (and the government shall be upon his shoulder). Nunca le puse mucha atención a esto hasta recientemente, cuando estuve estudiando más detalladamente este versículo y su traducción del hebreo.

El gran erudito judío, W. Gesenius, explica que שְׁכֶם (שִׁכְמ֑ו, su espalda) tiene que ver con “aquella parte de la espalda entre las dos paletas u omóplatos, en la parte superior de la espalda o justo bajo el cuello y por ende, se ocupa en el singular”. Mientras que cargará con el peso de gobernar, también nos recuerda que cargó con el peso de los pecados del mundo.

Y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. A aquellos que niegan la divinidad de Cristo, le podemos apuntar a esta escritura que tan claramente señala que este niño es, en realidad, el Dios fuerte.

En cuanto a la expresión Padre eterno, אֲבִיעַד, como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días vemos en varios contextos que hay veces en los que hablamos de Cristo como el Padre (Mosíah 15:1–7, Éter 3:12). En una clase de la escuela dominical el maestro preguntó quiénes eran hijos (obvió que todos los eran) y a continuación, preguntó quiénes era padres, y un gran número de los presentes también levantaron la mano. Esta fue una forma muy didáctica de señalar que tal como en ciertas circunstancias somos hijos, en otras somos padres. O sea, cada uno de nosotros tenemos muchos títulos, incluyendo quizás hermano, amigo, etcétera. Además, se mencionó que a los que siguen a Satanás se les apoda como hijos de él, mientras que los discípulos de Cristo son hijos de Él.

Fuentes

[1] Händel y el regalo de El Mesías, por élder Spencer J. Condie, Liahona diciembre de 2010. Fue miembro de los Setenta desde 1989 hasta 2010

[2] Para aquellos que estén interesados, en 1924 la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce escribieron un interesantísimo tratado sobre el tema sobre el Padre y el Hijo, una exposición doctrinal, The Father and the Son: A Doctrinal Exposition by the First Presidency and the Twelve,” in James E. Talmage, The Articles of Faith, 12th ed. [1924], pp. 465–73). También aparece en la revista Ensign de abril de 2002.