Hay cosas exquisitas en las Escrituras. Pienso que el Señor está siempre listo a abrir nuevas ventanas de comprensión. El Élder Eyring enseñó: “La humildad y la fe que invitan a los dones espirituales aumentan cuando leemos, estudiamos y meditamos las Escrituras… Sin embargo, leer, estudiar y meditar no son la misma cosa. Al leer palabras quizás obtengamos ideas. Al estudiar, quizás descubramos modelos que se repiten y conexiones entre pasajes. Pero al meditar, invitamos a la revelación por medio del Espíritu. Meditar, para mí, es pensar y orar después de leer y estudiar las Escrituras con detenimiento”. [“Presten servicio con el Espíritu”, Conferencia General, octubre de 2010.

Me encanta esa palabra, “detenimiento”. Realmente me ha pasado tantas veces que me he enamorado de una escritura sin comprender exactamente por qué hasta mucho después. Y aun cuando en algún momento pienso que pueda estar entendiendo algo, pronto llego a ver que hay mucho más que comprender. Pienso que es bueno acompañar a nuestras oraciones con mucho estudio y meditación; y nuestro estudio con mucha meditación y oración.

Por ejemplo, he descubierto la gran importancia de la escritura: “Y andaré entre vosotros y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo” (Levítico 26:12). Esta es una de las escrituras preeminentes en cuanto al recogimiento de Israel, asociada al Convenio de Abrahán, cómo ya hemos visto en otros artículos sobre este tema. Pero ¿exactamente qué significa que el Señor andará entre nosotros? He tenido una noción en mi mente sobre esto pero últimamente encontré algo extraordinario en mis estudios.

Estoy leyendo un libro cuyo título me intrigó, The Covenant Formula: An Exegetical and Theological Investigation. La fórmula del convenio. O sea, del convenio de Abrahán. El libro entero está dedicado a la escritura mencionada en Levítico 26:12 y sus múltiples usos a través de la Biblia Hebrea o el Antiguo Convenio. Me encontré con una linda sorpresa. El autor, Rolf Rendtorff, explica que “en el futuro Dios ‘se reunirá’ con Israel en su santuario, y ‘morará’ en él” (p. 19).

Como estas escrituras están estrechamente vinculadas con el recogimiento de Israel, pienso que es muy interesante volver a repasar lo que enseñó el Profeta José Smith: “¿Cuál es el objetivo del recogimiento … de la gente de Dios en cualquier época del mundo? … El objetivo principal era construirle al Señor una casa por medio de la cual Él pudiera revelarle a su gente las ordenanzas de Su casa y las glorias de Su reino, y enseñarle a la gente el camino hacia la salvación … Es para este mismo propósito que Dios recoge a su gente en los últimos días, para edificarle al Señor una casa para prepararlos para las ordenanzas e investiduras, lavamientos y unciones” (History of the Church, 5:423–24). Y donde el Señor recorre sus pasillos.

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