Para mí, cuando nos esforzamos por aliviar las cargas de otros, somos verdaderamente ángeles de misericordia en el sentido mas literal el Elder Holland testifica poderosamente en un articulo de la revista Ensign. (Aquí solo mostraremos una porción del artículo).

Todos sabemos que muchos de los hijos de Dios sufren solos y en silencio. Como, por ejemplo, un joven varon me escribió expresando su grandioso testimonio en una carta, pero luego añadió que su corazón se está rompiendo porque no halla consuelo o gozo alguno en su futuro como alguien con atracción por el mismo sexo:

“Me enfrento a una vida de noches solitarias y mañanas tristes. Asisto a mi barrio JAS con mucha fe pero cada semana me voy de la iglesia sabiendo que nunca realmente habrá espacio para mí. Nunca le podré enseñar a mi hijo a conducir una bicicleta. Nunca podré sentir a mi bebecita sostener mis dedos cuando comience a caminar. Tampoco nunca tendré nietos.

“Cuando vuelva a casa estará vacía, un día tras otro, mes tras otro, década tras otra, iluminado solamente por mi esperanza en Cristo. A veces me pregunto: ¿Por qué me habrá hecho de esta forma y pedirme que haga tan imposible sacrificio? Lloro por las noches cuando nadie puede verme. No le he contado a nadie, ni siquiera a mis padres. Ellos y mis amigos… me rechazarían si supieran, así como han rechazado delante de mi a aquellos que han caminado por este camino. Viviré mi vida en los márgenes.

Tengo la opción de vivir acosado y evadido por ser soltero, o de dar lastima y ser ignorado por contar mi verdad. La vida se cierne mucho antes que yo. ¿A caso no hay bálsamo en Gilead?”

Con mucho dolor, abatimiento y desesperanza, una cosa que ciertamente debemos de dar a alguien como este joven, es de asegurarle que no está solo. Debemos ser firmes en hacer hincapié en que Dios está con él, Ángeles están con él, y que nosotros estamos con él.

Empatía. Suena un tanto inadecuado, pero es un lugar por donde partir. Es posible que no seamos capaces de cambiar la jornada, pero podemos asegurarnos de que nadie lo camine solo.

Ciertamente eso es lo que significa llevar las cargas los unos a los otros, esas son cargas. Y ¿quién sabe cuándo o si serán enaltecidos en la inmortalidad? Pero podemos caminar juntos y compartir las cargas. Nosotros podemos levantar a nuestros hermanos y hermanas, así como Jesucristo nos levanta (ver Alma 7:11-13)

Y por todo esto, nosotros justamente ganaremos nueva y más brillante apreciación por lo que el Señor últimamente hace por nosotros.