El días 23 de abril el élder Dallin H. Oaks, miembro del Quórum de los Doce Apóstoles de a Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, habló ante el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, en Buenos Aires, Argentina, durante la gira que realizó por el Área Sudamérica Sur donde también visitó estacas y lideres de la Iglesia en Santiago de Chile y Formosa, Argentina.
Leer también: Élder Oaks, ante el CARI en Buenos Aires, llama a defender la libertad religiosa
El élder Oaks se ha referido en muchas oportunidades al tema de la Libertad Religiosa como un libertad que peligra en muchas naciones y que urge el que se le brinden protecciones especiales legales. En oportunidades anteriores, el élder Oaks ha dirigido sus palabras sobre este asunto tanto a audiencias mormonas como a líderes religiosos, académicos y civiles.
El élder Oaks, quien antes de desempeñarse de tiempo completo como Autoridad General de la Iglesia tuvo una connotada carrera legal llegando a ser Juez de la Corte Suprema de Utah y presidente de la Universidad Brigham Young, no ha sido el único de los apóstoles que han sido parte de esta surte de campaña que están llevando a cabo los más altos líderes de la Iglesia en sus últimos discursos públicos. También el presidente Dieter F. Utchdorf y los élderes L. Tom Perry, Jeffrey R. Holland, D. Todd Christofferson, entre otros, se han referido al asunto. Estas intervenciones van dentro de un contexto mundial donde se ve acentuada la intolerancia religiosa, afectando así tanto a creyentes como no creyentes.
En su discurso ante el CARI, el élder Oaks mencionó que los no creyentes también tienen un fuertes interés en la libertad religiosa debido a que la protección de la consciencia salvaguarda y asegura el respecto y protección de los más profundos valores y preocupaciones de las personas.
El siguiente texto es la traducción oficial del discurso ya mencionado:
Desafíos a la Libertad Religiosa
Élder Dallin H. Oaks
Discurso en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI)
23 de abril de 2015
I.
Queridos amigos y colegas. Es un honor haber sido presentado por Norberto Padilla. Como un distinguido funcionario de gobierno y miembro fundador del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales y del Consejo Argentino para la Libertad Religiosa, es un líder estimado en la causa de la libertad religiosa internacional, muy apreciado entre colegas de Estados Unidos. Aprecio especialmente su cortés presentación.
Es un privilegio dirigirme a esta distinguida audiencia sobre un tema de inmensa importancia, que no se aprecia lo suficiente en las comunidades a las que pertenecemos.
Como saben por la presentación, soy un líder de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, conocida por muchos como los Mormones. No tenemos un clero capacitado oficialmente. Nuestros líderes mundiales son llamados de ocupaciones muy diversas para dedicar el resto de sus vidas como ministros ordenados. Por lo tanto, no es inusual que yo, como abogado, jurista y ex juez, sea un líder mundial de mi Iglesia.
Mi defensa de toda la vida a la libertad religiosa se basa en mis creencias religiosas. Seré más claro si les doy una breve explicación de dichas creencias que les ayudará a entender la posición desde la cual les hablo.
Una de las particularidades de la doctrina de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es nuestro conocimiento de que Dios continúa llamando profetas para enseñarnos y ayudarnos a aplicar Sus mandamientos a nuestras circunstancias actuales. Hablando a través de un profeta hace casi 200 años, Dios dijo que Él inspiró la Constitución de los Estados Unidos “para los derechos y la protección de toda carne” (DyC 101:77). Por lo que nuestra creencia es que la constitución vigente más antigua del mundo contiene principios inspirados por los cielos en cuanto al ejercicio justo y estable del poder de gobierno en todas partes. Veo que los eruditos han observado la influencia de la Constitución de los Estados Unidos en la Constitución de Argentina, aunque existan diferencias importantes en contenido y aplicación.1
Los mormones no consideramos esta revelación moderna como una aprobación de los cielos a todas las leyes promulgadas bajo la Constitución de los Estados Unidos, o a las acciones a veces inapropiadas del gobierno de los Estados Unidos o de sus líderes. Consideramos esa declaración profética como una aprobación a los principios fundamentales de dicha Constitución. Como principal entre los mismos se encuentra el principio fundacional y vital de que el gobierno no debe avalar o establecer una religión en particular, y que el gobierno debe garantizar el libre ejercicio de la religión para todos sus ciudadanos. Por lo tanto, reconocemos con gratitud que en una época en que el 77 por ciento de los habitantes del mundo viven en países con altas o muy altas restricciones a la libertad religiosa, el Hemisferio Occidental está a la vanguardia, junto con países en Europa Occidental, de la protección efectiva de este preciado derecho.2
II.
Si bien estoy familiarizado con el tema de la libertad religiosa y su libre ejercicio bajo las leyes y la cultura en Estados Unidos, no estoy muy al tanto de estos temas en Argentina u otros países de América Latina. Por lo que, si bien compartimos valores e inquietudes comunes sobre la preservación de la libertad religiosa, mi presentación no hará recomendaciones específicas en cuanto a la aplicación de estos principios en las circunstancias de su país y su cultura.
Comienzo con una breve referencia a la libertad religiosa según se establece en la Constitución de Estados Unidos. Como muchos han notado, la constitución trata la libertad religiosa como “un pilar de la democracia de Estados Unidos”.3 Esto incluye la disposición de que no se requiere una religión específica para un cargo público (Art. VI), y que el gobierno no promulgará ninguna ley que establezca una religión específica o que prohíba el libre ejercicio de la religión (Primera Enmienda).
Las colonias norteamericanas británicas fueron pobladas originalmente por personas que, en su mayoría, llegaron para practicar sus creencias religiosas sin persecución, y sus sucesores intencionalmente ubicaron la libertad religiosa en primer lugar en la Declaración de Derechos de su nación. La garantía de la libertad religiosa también se refleja en las constituciones de los 50 estados, así como en las constituciones de la mayoría de las demás naciones.
El “libre ejercicio” de la religión obviamente incluye tanto (1) el derecho de elegir las creencias y afiliaciones religiosas y (2) el derecho de “ejercer” o practicar dichas creencias sin interferencia del gobierno. Sin embargo, en una nación con ciudadanos de muchas creencias religiosas diferentes, el derecho de cada uno de actuar según sus creencias religiosas debe ser constreñido por el deber que el gobierno tiene de promover intereses imperiosos como la salud y la seguridad de todos. De otro modo, por ejemplo, el gobierno no podría proteger la integridad o las propiedades de sus ciudadanos de vecinos cuyos principios religiosos incluyeran prácticas que sean una amenaza para la salud o seguridad personal de los demás. Los legisladores y jueces han luchado con esta tensión por muchos años, por lo que en Estados Unidos tenemos bastante experiencia en elaborar los ajustes necesarios.
Fuera de Estados Unidos, la idea de que el libre ejercicio de la religión debe proteger las acciones así como las creencias (“la libertad de conciencia”) fue tratado de modo convincente en la “Declaración sobre la Libertad Religiosa” del Concilio Vaticano II (Dignitatis Humanae,1965). Ese grandioso documento declara de modo convincente que “los individuos no practican su religión como un acto solitario, sino en conjunto con otros”.
Una disposición similar se establece en el Artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Por lo tanto, se debe aplicar el derecho al libre ejercicio de la religión cuando los creyentes religiosos actúan como una comunidad. Como lo explicó un respetado erudito, “La vitalidad de la fe radica en su carácter comunal, en la hermandad del individuo con otros cuya visión apoya, enriquece y refina la propia”, incluyendo el derecho de realizar los esfuerzos “educativos, culturales, benéficos y sociales” que deseen.4
III.
Con todo ello como antecedente, llego al primer punto principal: las enseñanzas religiosas y las acciones que la religión motiva en los creyentes son valiosas para la sociedad y merecen protección especial de la ley. Por supuesto que esto rechaza los supuestos de algunos secularistas de que la religión es mayormente un asunto de la historia que tiene poco significado en los tiempos modernos. Lejos de ser reliquias del pasado, los principios religiosos y los creyentes religiosos son una fuerza vital presente y futura en todas partes.
La atención actual de los medios hacia la religión se enfoca en las atrocidades de algunos extremistas supuestamente actuando en nombre del Islam en unas pocas partes del mundo. Mientras tales autores intentan justificar sus actos con motivos religiosos, yo los veo como excesos en la periferia de cualquier cosa que se considere “religión”. Muchos líderes musulmanes también condenaron sus actos.5 Tales atrocidades y sus autores no merecen la protección de la libertad religiosa que yo defiendo. Es más, los críticos académicos que condenan a la religión como fuente de grandes atrocidades a lo largo de la historia deben afrontar el hecho de que las matanzas en masa del último siglo no se hicieron en nombre de la religión. Las matanzas del Holocausto, las purgas estalinistas, los campos de la muerte de los Jemeres Rojos y las limpiezas étnicas en África Central fueron motivadas principalmente por diferencias étnicas, políticas o tribales, mas no por rivalidades religiosas.6
En un discurso durante una celebración del Fondo Becket para la Libertad Religiosa en Nueva York hace dos años, hablé sobre el valor de la religión y sus practicantes. Cito esos comentarios aquí con la esperanza de que tengan relevancia en su país así como en el mío.
“El fuerte sector privado de obras de beneficencia de nuestro país fue originado y aún es patrocinado principalmente por organizaciones y sentimientos religiosos. Esto incluye educación, hospitales, asistencia a los pobres y muchas otras obras de beneficencia de gran valor para nuestro país.
“Muchos de los avances morales más significativos en la sociedad occidental han sido motivados por principios religiosos y persuadidos a la adopción oficial por la predicación desde los púlpitos de las iglesias. Algunos ejemplos incluyen la abolición del tráfico de esclavos en Inglaterra y la Proclamación de Emancipación en este país. Lo mismo puede decirse también del movimiento por los Derechos Civiles del último medio siglo. Lo que motivó e hizo prosperar a estos grandes avances no fueron la ética secular ni las personas que creen en el relativismo moral. Fueron impulsados principalmente por personas que tenían una clara visión religiosa de lo que estaba moralmente bien.
“Nuestra sociedad no se mantiene unida principalmente por la ley y su imposición, sino, lo que es más importante, por aquellos que voluntariamente obedecen lo que no puede ser impuesto y lo hacen debido a sus normas internalizadas de comportamiento recto o correcto. La creencia religiosa en lo que está bien y lo que está mal es una influencia vital para producir ese cumplimiento voluntario en un gran número de nuestros ciudadanos. El primer Presidente de los Estados Unidos, George Washington, habló de esta realidad en su discurso de despedida:
“‘De todas las disposiciones y hábitos que conducen a la prosperidad política, la religión y la moralidad son pilares indispensables’, dijo. ‘Tanto la razón como la experiencia nos impiden esperar que la moralidad nacional pueda prevalecer si se excluye el principio religioso.’7
“Más de 200 años después, en 1998, el Congreso aprobó una ley que formalmente declara: ‘La ley de libertad religiosa apuntala el origen y la existencia mismos de los Estados Unidos.’8 Dicha ley formalmente asocia a nuestra nación con la verdad expresada por Jonathan Sacks, ex Gran Rabino de las Congregaciones Hebreas Unidas del [British] Commonwealth:
“‘[La religión] sigue siendo el más poderoso creador de comunidades que el mundo ha conocido …. La religión es el mejor antídoto contra el individualismo de la era del consumismo. La idea de que la sociedad puede prescindir de ella va en contra de la historia….’9
“Incluso la periodista británica agnóstica formada en Oxford, Melanie Phillips, admitió que ‘no es necesario ser creyente religioso para entender que los valores centrales de la civilización occidental se basan en la religión, y para estar preocupado de que la erosión de la observancia religiosa por lo tanto socave estos valores y las «ideas seculares” que reflejan.’”10
Hasta allí la cita de mi discurso anterior.
Como afirmaron el rabino y la periodista agnóstica, junto con muchos eruditos de sociología, economía y gobierno, sostengo que las enseñanzas y la práctica libre de la religión son esenciales para una sociedad libre y próspera. En una ocasión similar a ésta, en un discurso en una facultad de derecho de Estados Unidos, hice la siguiente declaración: “Sostengo que los valores religiosos y las realidades políticas se encuentran tan interrelacionadas en el origen y la perpetuación de esta nación que no podemos perder la influencia de la religión en nuestra vida pública sin poner en serio peligro nuestras libertades.”11
La libertad religiosa no es algo que concierne únicamente a las personas religiosas. Los no creyentes también tienen un fuerte interés en la libertad religiosa, la cual es necesaria para la paz y la estabilidad en nuestro mundo pluralista. La protección de la conciencia es un ingrediente vital para la estabilidad porque ayuda a las personas de una amplia gama de creencias a sentirse seguras de que sus asuntos y valores más profundos son respetados y
protegidos.
La medida y la forma en que estas conclusiones sean de valor en Argentina es algo que deben determinar los argentinos.
Otro indicador del valor de la religión en una sociedad libre es el significativo y creciente interés en la promoción de la libertad religiosa por parte de varias instituciones internacionales. Canadá ha establecido una Oficina de Libertad Religiosa. La Unión Europea ha publicado pautas sobre la libertad religiosa.12 El Reino Unido tiene un grupo parlamentario formado por todos los partidos sobre la libertad religiosa en ese país. También existe un grupo de trabajo sobre libertad de creencia o religión en el parlamento europeo. De manera similar, se me ha informado que la Cámara de Diputados de Brasil recientemente ha organizado una coalición parlamentaria para la libertad religiosa. Es interesante que quien dirige esta organización es Moroni Torgan, un legislador respetado que es Mormón.
He hablado del valor de la libertad religiosa y el interés creciente en ella. Aquellos que estén interesados en cuanto a si es apropiado darle protección especial a la libertad religiosa encontrarán beneficioso el famoso intercambio de opiniones de dos eruditos notables de Estados Unidos. El profesor Brian Leiter es sumamente negativo en cuanto a la religión en su libro ¿Por Qué Tolerar la Religión?, publicado por la imprenta de la Universidad de Princeton (2010). Le respondió—en mi opinión, de forma contundente—el profesor Michael W. McConnell en un artículo del Yale Law Journal titulado “¿Por qué Proteger la Libertad Religiosa?”13
IV.
Mis afirmaciones sobre el valor de la religión y las enseñanzas religiosas, y el merecimiento de su protección legal especial, puede parecerle ingenuo y anticuado a algunas personas en Estados Unidos, y sospecho que también en Argentina. La mía es una nación que ha avanzado fuertemente hacia el secularismo, y me han dicho que la de ustedes también. Con el secularismo viene una desconexión de la creencia en Dios y la consecuente realidad de un concepto absoluto de lo que está bien y lo que está mal. La fe en Dios y la idea de una rendición de cuentas final ante Él se reemplaza por el relativismo moral, que conduce a la pérdida del respeto por la religión e incluso al enojo contra la religión y la culpa que se ve fluir de ello. Luego hablare más al respecto, pero ahora paso al asunto del declive de la religión y la libertad religiosa.
“Según algunos cálculos,” indica un artículo de The Economist, “existen por lo menos 500 [millones] de no creyentes declarados en el mundo—suficientes para que el ateísmo se convierta en la cuarta religión más grande.”14 Otros que no se consideran ateos rechazan la idea de un poder supernatural, pero afirman la existencia de alguna fuerza impersonal y el valor de la compasión, el amor y la justicia.15 En Estados Unidos vemos esto en la disminución de menciones a la fe religiosa y las referencias hacia Dios en el discurso público. Solo hay que comparar la retórica actual con la mayoría de los discursos de nuestros líderes políticos en los siglos XVIII y XIX y la primera parte del siglo XX. De manera similar, examinen lo que el Presidente Abraham Lincoln dijo en ocasiones clave en cuanto a Dios y las prácticas religiosas como la oración y comparen esas referencias reverentes con las versiones editadas de sus palabras que se citan en los libros de historia actuales.16 Es fácil creer que hay una conspiración informal para eliminar las referencias hacia Dios y la influencia de la religión en la fundación y la preservación de los Estados Unidos.
Sea cual sea el estado de la creencia en Dios o las referencias hacia Él, la religión organizada se encuentra claramente en declive. Los eruditos han observado que el rol de la religión en los Estados Unidos ha estado declinando por cerca de medio siglo.17 Al menos un estudio sugiere que esta tendencia se aplica a la Argentina.18 Por ejemplo, el porcentaje de los adultos jóvenes en Estados Unidos afiliados a alguna denominación religiosa ahora es del 33 por ciento.19 Cerca de la mitad de la proporción decreciente que no tiene ninguna afiliación religiosa—la mayoría gente joven—tienen “una genuina antipatía hacia la religión organizada.”20 Los científicos sociales destacados Robert Putnam de Harvard y David Campbell de Notre Dame han concluido que “las perspectivas en cuanto a la observancia religiosa para las próximas décadas han decrecido sustancialmente.”21
La garantía del libre ejercicio de la religión parece debilitarse a medida que la corriente del respeto público por la religión disminuye. La religión se encuentra claramente bajo asedio por las fuerzas de lo que es políticamente correcto que buscan reemplazarla por otras prioridades. Un escritor del Christian Science Monitor predice que el próximo siglo será “muy secular y religiosamente antagónico,” con la intolerancia hacia el cristianismo “llegando a niveles que muchos de nosotros no creímos que fuera posible durante nuestras vidas.”22
Existen otros indicios inquietantes de que la importancia de la libertad religiosa está decreciendo, al menos en Estados Unidos. En 1990, la Corte Suprema de los Estados Unidos dictó su fallo más importante en muchos años sobre el libre ejercicio de la religión. El caso Smith c/ la División de Empleo redujo significativamente la protección tradicional de la religión.23 Felizmente, un par de fallos de la Corte Suprema de los últimos años indicaron que el libre ejercicio de la religión sigue siendo vital en los Estados Unidos.24 A pesar de dicha realidad, algunos eruditos estadounidenses sostienen que el mensaje religioso es solo un mensaje más en un mundo lleno de mensajes, y no algo a lo que haya que darle una protección única o especial. Un autor, en un libro titulado Liberarse de la Religión, toma la postura extrema de que el discurso religioso debería tener aún menos protección que el discurso no religioso.25 Como mencioné antes, otro autor publicó un libro titulado ¿Por Qué Tolerar la Religión?26
Cuando el que en aquel entonces era Presidente de la Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, el Cardenal Francis George, habló en la Universidad Brigham Young hace unos años, se refirió a “amenazas a la libertad religiosa en Estados Unidos que son nuevas en nuestra historia y nuestra tradición.”27 Dio dos ejemplos, uno en cuanto a amenazas a las excepciones de participar en abortos por motivos religiosos y otro en cuanto al “desarrollo de los derechos de los homosexuales y la petición del ‘matrimonio’ entre personas del mismos sexo.” También habló de posibles castigos por parte del gobierno a las Iglesias o líderes religiosos cuyas doctrinas los conduzcan a rechazar su participación en programas patrocinados por el gobierno.
El comentarista legal Hugh Hewitt describió otra de estas amenazas:
“Por tres décadas las personas de fe han observado un esfuerzo sistemático y muy efectivo en la justicia y los medios para alejarlos de la escena pública y deslegitimar su participación en la política mostrándolos casi como una amenaza.”28
Existen fuertes intereses seculares en Estados Unidos que desafían la forma en que las creencias y prácticas religiosas de las organizaciones de fe se oponen a sus objetivos seculares. Nos alarman las muchas—y crecientes—circunstancias en las que se busca hacer a un lado las acciones basadas en el libre ejercicio de la religión o subordinarlas a los “derechos civiles” reivindicados de grupos favorecidos por el oficialismo.
Mientras buscamos preservar la libertad religiosa, debemos también ser sensibles a la relación que tiene con la libertad de expresión. Esta relación la vemos en los Estados Unidos, en donde las fuerzas que desean restringir la libertad religiosa también atacan los derechos de los líderes religiosos de expresarse libremente en el ejercicio de su ministerio religioso. Esto se evidencia en los esfuerzos actuales por reducir la definición de expresión religiosa y de aumentar los llamados derechos civiles de “dignidad”, “autonomía” y “autorrealización” de las personas ofendidas por la predicación religiosa. Esto es parte de un alarmante curso de eventos que apuntan hacia la restricción de la libre expresión religiosa al forzarla a ceder ante los “derechos” de quienes se ofenden por dicha predicación.
Existen otros esfuerzos que buscan intimidar a las personas con puntos de vista religiosos para que no influencien ni creen las leyes de su estado o nación. Los que defienden esto deberían responder esta pregunta: ¿Cómo se habrían defendido e impulsado hacia su aprobación los grandes movimientos de justicia social en los Estados Unidos, como la abolición de la esclavitud o la promoción de los derechos civiles, si a sus defensores religiosos se los hubiera echado de la escena pública por la insistencia de que las religiones particulares o las opiniones morales no eran un fundamento racional para el discurso público?
V.
¿Qué es lo que ha generado el clima público y legal actual de crecientes amenazas a la libertad religiosa? En este, mi segundo punto principal, yo urjo que la debilitación de las garantías del libre ejercicio de la religión no se atribuye a causas legales sino a cambios en la cultura. El decreciente valor que se le atribuyen a la libertad religiosa proviene del ascendiente relativismo moral y la creciente variedad de orientaciones intelectuales a las que me referiré bajo ese amplio título. Hoy en día un grupo cada vez más grande e influyente niega o pone en duda la existencia de Dios e insiste en que todas las normas de comportamiento son hechas por el hombre, que deben aceptarse o rechazarse como cada uno elija porque no existe algo así como lo que está bien y lo que está mal. Vivimos en una sociedad cada vez más sin Dios y más amoral.
La negación de Dios y la minimización de Su rol en los asuntos humanos, que comenzó en el Renacimiento, se ha generalizado hoy en día. Esta glorificación del razonamiento humano ha tenido tanto efectos buenos como malos. El trabajo de la ciencia ha logrado incontables mejoras en nuestras vidas, pero también ha contribuido al rechazo de la autoridad divina como el fundamento esencial de lo que está bien y lo que está mal por parte de quienes han sustituido a Dios por la ciencia. En contraste, muchas personas religiosas se preguntan por qué debe darse más relevancia en las decisiones morales a los puntos de vista de cualquiera de los brillantes filósofos de tradición liberal que a la voluntad de Dios.
Por una cuestión de tiempo, no podemos intentar identificar los varios aspectos del relativismo moral o al punto en el que han penetrado la cultura o la conciencia de nuestras respectivas naciones y sus pueblos. Pero las siguientes son algunas observaciones generales de observadores respetados cuyas descripciones encuentro convincentes.
En su libro Tiempos Modernos, el autor británico Paul Johnson escribe:
“A comienzos de la década de 1920, comenzó a circular la creencia, por primera vez a nivel popular, de que ya no habían absolutos: de tiempo y espacio, del bien y el mal, de conocimiento y por sobre todo de valores.”29
De manera similar, en su libro La Desmoralización de la Sociedad, la Dra. Gertrude Himmelfarb describe cómo las virtudes asociadas con el bien y el mal se han degradado transformándose en valores relativos.30
Yo creo que quienes han utilizado el razonamiento humano para reemplazar la influencia divina en sus vidas se han disminuido a si mismos y han desvalorizado a la civilización en el proceso. Concuerdo con los observadores que voy a citar que condenan las consecuencias del relativismo moral y afirman la existencia de Dios como el Legislador Supremo y la fuente de verdad absoluta que distingue el bien del mal.
El Rabino Harold Kushner habla en cuanto a “las normas absolutas del bien y el mal entretejidas en el alma humana” que Dios ha dado.”31 Escribe:
“En mi opinión, existen dos posibilidades. O se afirma la existencia de Dios quien defiende la moralidad y nos la exige, quien creó una ley de veracidad en Su mundo al mismo tiempo que creó una ley de gravedad…. o se le da a cada uno el derecho de decidir lo que está bien y lo que está mal por su propio discernimiento, contrarrestando la voz de su conciencia con la voz de la tentación y la necesidad. . . .”32
El Rabino Kushner también observa que una filosofía que rechaza la idea del bien y el mal absolutos conduce inevitablemente al adormecimiento de la conciencia.
“Sin Dios, sería un mundo en el que nadie se indignaría por el delito o la crueldad, y nadie se sentiría inspirado a ponerles fin…. [N]o inspiraría nuestras vidas mayor objetivo que el egoísmo…. No habría lugar ni razón para la ternura, la generosidad y la amabilidad.”33
El Dr. Timothy Keller, un pastor protestante de Nueva York al que se le han publicado muchas obras, pregunta:
¿Qué ocurre si se elimina de la Biblia cualquier cosa que ofende la sensibilidad o se atraviesa con la voluntad de uno? Si uno selecciona lo que quiere creer y rechaza el resto, ¿cómo podría tener un Dios que lo contradiga? ¡No lo tendrá!….
“Aunque se nos ha enseñado que todos los valores morales son relativos a los individuos y culturas, no podemos vivir así. En la práctica, inevitablemente tratamos ciertos principios como normas absolutas a través de las cuales juzgamos el comportamiento de los que no comparten nuestros valores…. Las personas que se ríen de la afirmación de que existe un orden moral trascendente no opinan que el genocidio racial sea poco práctico o contraproducente, sino que está mal….”34
Mi compañero en el apostolado, el Elder Neal A. Maxwell, preguntó: “¿[C]ómo puede establecer prioridades una sociedad si no existen normas básicas? ¿Acaso debemos hacer nuestros cálculos utilizando solamente la aritmética del apetito?”35
Y continuó con la siguiente observación práctica:
“Si se disminuye la creencia en Dios y se aumenta la cantidad de quienes desean jugar a ser Dios siendo los ‘supervisores de la sociedad’. Tales ‘supervisores’ niegan la existencia de normas divinas, pero son sumamente estrictos para imponer sus propias normas a la sociedad.”36
El Elder Maxwell también observó que el poder de los gobiernos inevitablemente aumenta cuando las personas no creen en verdades absolutas y en un Dios que los hará responsables a ellos y a sus líderes gubernamentales.37
El aumento del relativismo moral debilita la libertad religiosa porque estimula la proliferación de derechos que reclaman superioridad sobre la garantía constitucional del libre ejercicio de la religión.
VI.
Un estimado erudito y amigo de la libertad religiosa ha declarado el objetivo con el que deseo concluir. En el cierre de su notable artículo sobre diplomacia internacional y religión, el Profesor Thomas F. Farr defendió la libertad religiosa como medio para proteger la dignidad humana y reforzar la sociedad civil. “Significa,” concluyó, “la convivencia duradera y mutua entre religión y estado dentro de los límites de la democracia liberal.”38
Para alcanzar este objetivo se necesita un esfuerzo que incluya una extensa cooperación internacional, incluyendo la cooperación de muchas organizaciones nacionales e internacionales como las mencionadas anteriormente. Los enormes desafíos que enfrenta la libertad religiosa exceden lo que cualquier gobierno en particular pueda lograr. Como observa nuestro buen amigo Pasquale Annicchino, “La clave para que este movimiento [para fortalecer la libertad religiosa] sea genuinamente eficaz y no meramente simbólico es la colaboración multilateral y multisectorial.”39
La participación de las naciones y las organizaciones multinacionales en el apoyo a la libertad religiosa es necesaria y valiosa, pero no es suficiente. La preservación de la libertad religiosa depende de la comprensión pública de esta libertad vital y su apoyo a la misma. Depende del valor que el público en general le adjudica a las enseñanzas de lo bueno y lo malo en iglesias, sinagogas y mezquitas. Se debe ayudar tanto a los creyentes como a los no creyentes que es la fe en Dios—como sea que lo definamos—que traduce las enseñanzas religiosas en el comportamiento moral que beneficia a la nación. A medida que más y más ciudadanos crean en Dios o al menos en la importancia de los valores morales absolutos que enseñan los líderes religiosos, la importancia que tiene la libertad religiosa recibirá mayor comprensión y apoyo. Muchos se convencerán de que los líderes religiosos, que predican sobre lo que está bien y lo que está mal, aportan una contribución única a la sociedad y por lo tanto merecen una protección legal especial.
En los Estados Unidos estamos viendo esfuerzos importantes por fortalecer la libertad religiosa. Nos anima ver la creciente preocupación y la enérgica defensa de muchos líderes religiosos influyentes. La Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos ha creado un Comité Ad Hoc para la Libertad Religiosa. También contamos con las voces influyentes de los líderes evangélicos protestantes, como el Pastor Rick Warren, quien ha declarado que “la libertad religiosa se convertirá en el tema de derechos civiles de la próxima década.”40 Todos estamos de acuerdo con el Cardenal Francis George, que dijo:
“En los próximos años, las coaliciones religiosas formadas para defender los derechos de conciencia de los individuos y de las instituciones religiosas deberán ser un baluarte contra la corriente de fuerzas que están operando en nuestro gobierno y nuestra sociedad para reducir la religión a una realidad exclusivamente privada.”41
Los líderes y creyentes religiosos deben unirse para fortalecer nuestra libertad de enseñar lo que tenemos en común, así como para enseñar y ejercer nuestras muy reales diferencias religiosas. Los líderes de las distintas creencias y filosofías deben andar codo a codo el mismo recorrido para asegurar la libertad de seguir caminos separados cuando sea necesario según nuestras distintas creencias. La propuesta de que los líderes religiosos se unan de manera más efectiva no requiere una examinación de las diferencias doctrinales entre cristianos, judíos y musulmanes, ni siquiera una identificación de los muchos elementos que nuestras creencias tienen en común.
Lo único que se necesita para la unidad y una amplia coalición que defienda y promueva la libertad religiosa es la creencia común de que a los seres humanos se les dotó de conciencia, la facultad crítica que guía nuestra comprensión de las normas de lo que está bien y lo que está mal en el comportamiento humano que creemos que fue establecido por un Ser Supremo. Todos los que acepten ese principio fundamental debe unirse de manera más efectiva para preservar y fortalecer la libertad de defender y practicar nuestras creencias religiosas, cualesquiera sean éstas.
Al trabajar juntos para proteger la libertad religiosa, debemos ser ejemplos de civilidad. Debemos amar a todas las personas, ser buenos oyentes, y mostrar interés por las creencias sinceras de los demás. Debemos ser sabios al explicar y defender nuestras posturas y al ejercer nuestra influencia. Debemos buscar la comprensión y el apoyo de los no creyentes. Y también debemos conseguir las acciones oficiales de los gobiernos y los organismos multinacionales apropiados. Todo esto es necesario para preservar el bien que las organizaciones y los creyentes religiosos pueden lograr por toda la humanidad.
—Fin—
Para descargar el discurso completo en PDF aquí.
Notas
1. Ver, por ejemplo, Rett R. Ludwikowski, Latin American Hybrid Constitutionalism: The United States Presidentialism in the
Civil Law Melting Pot, 21 Boston U. Int’l L. J. 29 (2003).
2. Pew Research Center, Religious Hostilities Reach Six-Year High, disponible en http://www.pewforum.org/files/2014/01/RestrictionsV-fullreport.pdf.
3. Informe final del Comité Asesor sobre Libertad Religiosa en el extranjero para el Secretario de Estado y el Presidente de los Estados Unidos pág. 6 (17 de mayo del 1999).
4. Matthew J. Franck (The Witherspoon Institute), “Individual, Community, and State: How to Think about Religious
Freedom,” Imprimis at 6 (Hillsdale Publication, Sept. 2012).
5. Por ejemplo, Joe Parkinson, “Muslim Leaders Condemn Attack, Warn on Anti-Islamic Sentiment in Europe, The Wall Street
Journal (Jan. 7, 2015), disponible en http://www.wsj.com/articles/muslim-leaders-condemn-attack-warn-on-anti-islamicsentiment-in-europe-1420654885.
6. Notablemente, algunas propagandas anza anti-semitas destacaban diferencias religiosas y denigraban a las prácticas y creencias religiosas judías para promover los objetivos nazis. Ver, generalmente en Susan Bachrach & Steven Luckert, State of Deception: The Power of Nazi Propaganda (U.S. Holocaust Memorial Museum, 2009).
7. Washington’s Farewell Address, at 14 (Thomas Arkle Clark, ed., 1908).
8. Acta Internacional de Libertad Religiosa de 1998, 22 U.S.C. § 6401(a).
9. Jonathan Sacks, “The Moral Animal,” The New York Times (Dec. 23, 2012) available at
http://www.nytimes.com/2012/12/24/opinion/the-moral-animal.
10. Melanie Phillips, The World Turned Upside Down: The Global Battle over God, Truth, and Power at xiii (1st Am.
ed., Encounter Books, 2010); see generally Robert D. Putnam & David E. Campbell, American Grace (2010).
11. Dallin H. Oaks, “Preserving Religious Freedom,” a lecture at Chapman University’s School of Law, Orange,
California (Feb. 4, 2011) available at http://www.mormonnewsroom.org/article/elder-oaks-religious-freedom-
Chapman-University.
12. En conexión con la preocupación de la Unión Europea sobre la libertad religiosa, ver Pasquale Annicchino,
“Is the European Union Going Deep on Democracy and Religious Freedom?” The Review of Faith & International
Affairs, at 33-39 (2014), available at http://papers.ssrn.com/so13/papers.cfm?abstract id=2465591..
13. Michael W. McConnell, “Why Protect Religious Freedom,” 123 Yale Law J. (2013).
14. John Micklethwait, “In God’s Name: A Special Report on Religion and Public Life,” The Economist, at 10 (Nov. 3,
2007).
15. Ver, por ejemplo, Lisa Miller, “Sam Harris Believes in God,” Newsweek at 42 (Oct. 25, 2010).
16. Ver, por ejemplo, Matthew S. Holland, Bonds of Affection: Civil Charity and the Making of America, at 252-53 n. 22 Geo.
Univ. Press, 2007).
17. Putnam & Campbell, nota 10, pág. 562.
18. Pew Research Center Religiosity Data (17 de septiembre de 2008) (la pocas personas encuestadas en Argentina dicen que «la religión es muy importante en sus vidas» así como en los Estados Unidos), disponible en http://www.pewglobal.org/2008/09/17/chapter-2-religiosity/.
19. Putnam & Campbell, nota 10 págs. 558-61.
20. Id., pág. 556.
21. Robert D. Putnam & David E. Campbell, “The Tide of Public Opinion in Favor of Religion is Receding,” Deseret
News, at E1 (20 de noviembre de 2010) (citando al sindicado artículo de L.A. Times).
22. Michael Spencer, “The Coming Evangelical Collapse, Christian Science Monitor, Mar. 10, 2009, disponible en http://www.csmonitor.com/Commentary/Opinion/2009/0301/p09s01-coop.html.
23. Employment Division v. Smith, 494 U.S. 872 (1990) (sosteniendo que el la clausula de libre ejercicio de la Primera Enmienda no protege a los facultativos de la Iglesia Nativa Norteamericana de penas legales por el uso de peyote, un alucinógeno, frente a un ley de prohibición «neutral» del uso del peyote).
24. Hosanna-Tabor Evangelical Lutheran Church and School v. Equal Employment Opportunity Commission, 565 U.S. ___, 132 S. Ct. 694 (2012); Burwell v. Hobby Lobby Stores, Inc., 573 U.S. ___, 134 S. Ct. 2751 (2014).
25. Freedom from Religion, published by the Oxford University Press (2009).
26. Ver el texto superior que acompaña a la nota 13.
27. Cardenal Francis George, Catholics and Latter-day Saints: Partners in the Defense of Religious Freedom, Brigham
Young Univ., (23 de febrero de 2010).
28. Hugh Hewitt, A Mormon in the White House?, at 242-43 (2007).
29. Paul Johnson, Modern Times: The World from the Twenties to the Nineties, at 4 (rev. ed., 1991). Declarando de que ideología secular viene a reemplazar las creencias religiosas, Johnson acusa al relativismo moral de ser uno de los males subyacentes que hacen posible las fallas y tragedias catastróficas de este siglo. Id. págs. 48, 784.
30. Gertrude Himmelfarb, The De-moralization of Society: From Victorian Virtues to Modern Values, at 9-12 (1st
Vintage Books ed., 1996).
31. Harold Kushner, Who Needs God, pág. 78 (Fireside ed., 2002).
32. Id., pág. 65-66.
33. Id., pág. 208-09.
34. Timothy Keller, The Reason for God: Belief in an Age of Skepticism, at 114, 145-47 (2008).
35. Neal A. Maxwell, “The Prohibitive Costs of a Value-free Society,” Ensign, at 52 (Oct. 1978).
36. Id., pág. 53.
37. Id., pág. 52-53.
38. Thomas F. Farr, “Diplomacy in an Age of Faith,” Foreign Affairs pág. 124 (marzo/abril 2008).
39. Pasquale Annicchino, “Is the European Union Going Deep on Democracy and Religious Freedom?” The Review of
Faith and International Affairs, at 33, 38 (2014).
40. Rick Warren, “Church founder: Religious liberty the next rights issue,” Deseret News, at A6 (Dec. 3, 2012)
41. Cardenal Francis George, “Catholics and Latter-day Saints: Partners in the Defense of Religious Freedom,” Brigham
Young Univ. (Feb. 23, 2010) disponible en http://speeches.byu.edu/wpcontent/
uploads/speakers/pdf/George_Francis_02_2010.pdf.
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Jonathan Joglar
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