Fuente: DeseretNews.com — PM/GG

NOTA:

Mark Albright sirvió como Presidente de la Misión Washington D.C Sur mientras Audrey Denison estaba investigando la iglesia, y esta misión cubrió el área de Virginia, donde Denison estaba viviendo. Albright compartió esta información básica, junto con el permiso para volver a publicar esta carta: “Yo era el presidente de misión en Virginia, y ni siquiera estaba al tanto del milagroso traslado que hizo que las oraciones de ella fueran respondidas y resultara en su bautismo”

Denison envió la siguiente carta a Albright desde el CCM de Provo, donde se esta preparando para servir en la Misión Washington Vancouver.

 

Querido Presidente Albrigtht: 

Recuerdo la primera vez que fui a una iglesia Mormona. Tenía 18 años y estaba en el último año de la secundaria. Confía en mí cuando digo que no tenia ningún deseo de ser mormona. Mis padres se divorciaron cuando era una bebe y al crecer mi madre fue un maravilloso ejemplo de virtud, bondad y de trabajar duro para alcanzar tu potencial. Ella nos llevó de niños a una iglesia Bautista local, donde aprendí a amar al Señor como una niña pequeña. Estoy agradecida por mi educación y la poderosa influencia de mi madre porque no se quien seria o donde estaría sin ella. Yo acababa de ser coronada Miss Teen Nevada, y mi sueño era convertirme en Miss Estados Unidos.

Durante mi último año de secundaria, un querido amigo me regaló un libro de Mormón el cual leí de vez en cuando en mi tiempo libre. Nos fuimos por caminos separados para la universidad, él se fue a la universidad de Brigham Young y yo me mudé a la zona de Washington DC para asistir a la Universidad George Manson. Cuando me fui a la universidad, tuve un deseo sincero de aprender más acerca de religión y su papel en mi vida. Estaba decidida a rodearme de buenas personas que me elevaran y me desafiaran a ser mejor persona. Mi primer día en Virginia, me uní a una organización de estudiantes cristianos llamada “Cruzadas Estudiantiles para Cristo”. También visité al menos diez iglesias cristianas diferentes en el primer mes tratando de encontrar una nueva iglesia y religión.

Finalmente lo reduje a solo dos Iglesias: una de ellas tenía más de mil personas asistiendo, al igual que mi iglesia crecía. Me sentí cómoda allí, ya que nadie sabía mi nombre, lo que significaba que no tenia obligaciones. Podría ser tan casual o comprometida a mi antojo. También empecé a tomar clases de estudio de la Biblia varias veces a la semana con el lider de otra iglesia local. Este lider me dijo que las Cruzadas Estudiantiles me estaban enseñando doctrinas equivocadas, que la forma en que me había bautizado era incorrecta, y que mis pecados eran mucho más profundos de lo que yo podía comprender. Ella me prometió que si era bautizada en su iglesia, entonces podría ver todos mis pecados y errores desaparecer. Me senté en las bancas de la iglesia muchas veces, pero nunca me sentí más sola o más alejada del Espíritu.

Como las vacaciones de invierno se acercaban, me inscribí para reunirme con los misioneros mormones en Mormon.org. No le dije a nadie sobre mi decisión. Pasaron las semanas sin ningún contacto de los misioneros, así que decidí que no estaba destinado a que pasara. Al día siguiente, los elderes me llamaron y nos pusimos de acuerdo para reunirnos para algunas lecciones. Afortunadamente había una capilla mormona justo al lado del campus de la universidad. Los domingos iría a la iglesia de Cristo, u otra iglesia, y luego asistiría a un barrio de familias SUD en la tarde. Los misioneros fueron siempre amables, los miembros amigables, pero yo seguía confundida. Los misioneros me desafiaron a hacer ciertas cosas, como guardar el día de reposo y me prometieron bendiciones a cambio.

Una noche, los misioneros llegaron y pasaron más de una hora respondiendo a todas mis preguntas. Al escuchar sus respuestas sinceras, sentí el espíritu testificarme que decían la verdad. Unos meses pasaron y yo estaba disfrutando la vida. Asistí a cada devocional que pude, todos los bautismos, e hice cualquier cosa que los misioneros me pedían. Estaba feliz. Dedicaba mis domingos a asistir a la iglesia, y fui conociendo personas maravillosas. Durante esos meses que yo estaba investigando la iglesia, no le dije a mis padres o a mis amigos no miembros. No queria las opiniones de otras personas, buenas o malas, para ahogar lo que quería sentir en mi vida. Cuando finalmente le dije a mi familia que queria ser bautizada, fue una gran sorpresa para ellos. Mi familia y yo acordamos que debía esperar un par de años antes de ser bautizada para que pudiera asegurarme de que era la decisión correcta.

Ese verano después de cancelar mi primera fecha bautismal, volví a casa en Nevada. No me estaba reuniendo con los misioneros, no estaba asistiendo a ninguna de las actividades de la iglesia, y sentí un enorme agujero en mi corazón. En el otoño volví a la universidad. Mis primeros misioneros habían sido trasladados fuera de mi barrio. Entonces me estaba reuniendo con otros misioneros, pero yo no era capaz de conectar con ellos. Estaba frustrada y a punto de darme por vencida. Sentí que había hecho todo lo que estaba en mi poder para saber si esta iglesia era verdadera. Me sentí derrotada y cansada. Me quede despierta toda la noche escuchando las enseñanzas de los apóstoles y profetas en Internet. Me encantó el consejo de Richard G. Scott, Elder Holland y Thomas S. Monson. Estaba a punto de terminar de leer el libro de Mormón.

Esa noche me puse de rodillas y le dije a mi Padre Celestial que terminaba de reunirme con los misioneros. Derramé mi corazón y le dije que la única manera de que siguiera investigando era si uno o los dos de mis misioneros originales volvían a enseñarme porque sentía que ellos realmente se preocupaban por mí. En ese mismo tiempo, mi hermano y yo decidimos vivir juntos. Teníamos elegida una casa de pueblo en la ubicación perfecta, solo a una corta distancia entre el lugar donde trabajábamos y la universidad. Me habría permitido a quedarme en el área para el barrio de familia donde estaba investigando la iglesia. Pero en el último minuto fallaron los planes.

Buscamos un nuevo lugar para vivir y encontramos algo un poco más lejos, en un pueblo llamado Centerville. La iglesia SUD más cercana era un barrio de solteros, sólo a 5 minutos de nuestro apartamento. Esa noche recibí una llamada de uno de mis misioneros originales, Elder Tau’ufu’ou, diciendo que acababa de ser trasnferido a este mismo barrio de solteros en Centerville y que debería ir a comprobarlo. Bromeamos por telefono de que sería un milagro aún mayor si Elder Chance Johnson, también uno de mis misioneros originales, hubiera sido trasladado al mismo barrio de solteros, pero acordamos que esto nunca pasaría porque habían sido compañeros durante un largo tiempo antes. El presidente de misión nunca los pondría juntos de nuevo.

Yo era reacia a asistir a un barrio de solteros, pero me sentí aliviada al pensar en ser enseñada por uno de mis misioneros originales, así que accedí a asistir. Fui y disfrute del compañerismo. Dos semanas después, para mi asombro, Elder Chance Johnson, mi otro misionero original, también fue trasladado al barrio de solteros Union Mill. Estábamos todos incrédulos. Si eso no era Dios diciéndome que actuara ahora, no sé lo que era. Era una respuesta directa a mis muchas oraciones.

Sus lecciones espirituales como nuevos líderes de zona sirviendo juntos fueron poderosas, y pronto acepté su invitación para unirme a la iglesia.

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El 21 de enero del 2012, fui bautizada en esta iglesia restaurada, En el mismo día, también decidí que iba a servir una misión de tiempo completo. El ir a una misión parecía inalcanzable para mí. Empecé a dudar. Una noche, alrededor de un año después de mi bautismo, mi amiga Ashley llamó y me habló sobre una nueva gran clase de instituto llamada “Principios de Liderazgo”. Se hacía todos los martes en la noche, pero siempre trabajé esa noche. Después de asistir a una sola clase, me di cuenta que quería hacer todo lo posible para no trabajar los martes en la noche. Dos misioneros mayores maravillosos enseñaron esta clase, Elder y hermana James Ritchie. Son amables y amorosos mentores para los jóvenes adultos de su clase.

Les pedi reunirme con ellos a solas un dia después de la clase. Nos sentamos juntos y les expliqué que quería ir a una misión, pero necesitaba un plan de juego. Ellos preguntaron en que parte de Las Vegas vivía. Revisaron y entusiasmados me dijeron que su yerno, Charles Clawson, era el obispo del barrio de mi casa en Las Vegas! ¡Qué milagro! Yo nunca había estado en el barrio de mi casa. Pronto me encontré viviendo allí, con un obispo amoroso que me ayudó a prepararme para mi misión. Entonces descubrí que el presidente de la misión Virginia también vivía en la estaca de mi casa, en Las Vegas, y que estaba ahora enseñando nuestra clase de preparación misional.

La razón por la que comparto estos detalles es para mostrarle, y recordarme a mi misma, que nada es una coincidencia en la obra del Señor. Cuando mostramos al Señor que estamos dispuestos a vivir por Él, Él entonces coloca a las personas en nuestro camino para guiarnos y ayudarnos. Muchos eventos pasaran para ayudarnos a alcanzar nuestras metas. Algunos pueden llamarlos coincidencias. Yo sé mejor.

Amo esta iglesia porque le da sentido a todo lo que hago. Antes de esto, me sentí como si estuviera flotando por la vida –haciendo nada demasiado profundo, pero nada demasiado malo. Traté de encontrar felicidad en muchas cosas. En la secundaria, después de que gané el concurso Miss Teen Nevada, pensé que seguramente esto me definiría y me haría feliz –pero yo todavía me sentía miserable. Me uní a una hermandad en la universidad solo para abandonarla dos semanas después. Estaba buscando la felicidad en cada lugar que pude. El evangelio restaurado ofrece felicidad que no es efímera. No quiero vivir solo para ser una mormona; quiero ser una mormona para llevar la luz a todo lo demás que hago. Podemos buscar felicidad en el mundo, y por un tiempo puede funcionar. Si buscamos la felicidad en este evangelio, no se apagará pero solo crecerá más fuerte. No quiero ir a través de los movimientos. No quiero mirar hacia atrás y desear haber servido mejor al Señor o haber abierto mis ojos a los milagros que estaban ocurriendo a mi alrededor.

Quiero servir una mission porque yo sé lo que fue sacrificado por mi y lo que se me ha dado. Quiero servir una misión porque ahora tengo el conocimiento para enseñar a otros como ellos pueden disfrutar la vida eterna. Si solo una persona acepta mi mensaje y se une a esta hermosa iglesia, entonces todos los sacrificios valdrán la pena

Se que esta iglesia es verdadera, pero no porque dos misioneros me dijeron que sí. Yo se que esta iglesia es verdadera porque me tragué mi orgullo. Me humillé a mi misma. Pasé incontables noches de rodillas en oración pidiendo al Señor si esto era cierto. He escuchado las enseñanzas del Presidente Monson. He leido el Libro de Mormón. Esta iglesia ha cambiado mi vida para siempre. No quiero volver a ser mediocre, no quiero volver a  mirar hacia atrás en mi vida y desear haber podido amar mas profundamente o haber servido mejor. Esta iglesia me ha enseñado a mirar a las personas y ver su potencial divino. Estoy muy agradecida por mis hermosos padres, mi familia maravillosa, y por todas las personas maravillosas que me ayudaron a llegar a este punto en mi existencia terrenal. Entrega tu vida a Dios. A cambio Él te bendecirá más allá de lo que jamás hubieras soñado posible. El plan de Dios para nosotros es mucho mas hermoso que cualquier plan que nuestra mente jamás podría imaginar.

En el nombre de Jesucristo, Amen.

 

Hermana Audrey Dennison

CCM de Provo