BEIRUT, Libano – La vida para Hohammad Hammoud y su esposa, Khawleh Al-Hussen está consumada por las preocupaciones. Después de arrancar Siria, su tierra nativa, la familia a hecho del Libano su hogar.

Viven en una pieza sobre una fábrica donde trabaja Hamound ganando US$90 por semana. Las paredes de concreto y las ventanas rotas les proveen de techo, aunque no abrigo, para sus siete hijos durante el invierno. Han pasado tres años desde que todos los miembros de la familia iban a la escuela. Los hijos mayores están olvidando cómo leer y escribir, el menor nunca aprendió.

“Vivimos, pero no decentemente”, dijo Hammound.

Aún cuando a él no le gusta aceptar ayuda, Hammound está agradecido por la ropa de invierno, las frazadas, la comida y otras provisiones que miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días del Libano a su familia.

Los miembros de la Rama Beirut se reunieron el sábado para preparar más de 100 cajas de comida para los refugiador sirios que están en la su ciudad.

El alto comisionaro de la ONU para los refugiador informó que este año el número total de refugiados al rededor del mundo excede los 50 millones, incluyendo los 6,5 millones que han sido desplazados por la Guerra Civil Siria. Oficialmente, son al rededor de 1,14 millones de refugiados que han huido al Libano.

El Padre Paul Karam, presidente de Caritas Libano, dijo que estima que hay cerca de 1,6 millones de refugiados sirios en la ciudad.

Cuando se suman los refugiados sirios a los de otros países “se contabiliza a los refugiados por más de la mitad de la población del Líbano, ¿puede el Líbano permitirse este gigantesco número de personas? ¿la infraestructura del país puede soportar este número de personas? Estamos en una crisis real”.

No hay duda que la crisis siria, apodada por la ONU como “la mayor emergencia humanitaria de nuestra era”, ha estirado los recursos del Líbano donde no se han establecido los campos de refugiados. Muchas familias de refugiados sirios en Beirut viven juntos en pequeños departamente y la mayoría de los niños de los refugiados sirios no califican para las escuelas públicas.

Antes de huir de su país, Hammound y Al-Hussen vivían “entre el ejército y el aeropuerto” en Alepo, Siria. Cuando la guerra llegó a su pueblo “dejamos nuestra casa y nuestro país y llegamos aquí” dijo Al-Hussen. “Aún pienso en mi vida allá, …nuestra vida es buena acá, pero no es lo mismo. No tenemos a nuestro padres ni nuestra familia. Nos sentimos solos”.

Al-Hussen dijo que llegaron al Libano porque “no tenían otra solución”. Ella dijo que ahora se preocupan constantemente “sobre la escuela y sobre el invierno”.

“No hay futuro para los niños”, dice Hmmound, “su futuro está destruido”.

Carlos Nassif, de las Rama Beirut de la Iglesia, dijo que la gente de su ciudad está viviendo “días difíciles”.

“Un montón de personas están hambrientas y pasando por necesidad y de esta manera podemos ayudarles” dijo Nassif mirando una una de las cajas de comida con un símbolo de la LDS Charities (Caridad SUD).

Roger Trad, un santo de los últimos días del país, dijo que la preparación de las cajas de comida marca su primera oportunidad de servicio para proveer ayuda humanitaria a otros en el área.

Dijo que los miembros de la Iglesia entienden las necesidades y esperanzas de los refugiados “porque nosotros mismo vivimos en tiempos de guerra”.

Karin Assouad, Presidente del Distrito Amman Jordania, el cual incluye el Libano, dijo que los miembros de la pequeña Rama Beirut son muy sencibles a los esfuerzos humanitarios de la Iglesia. “Dónde sea que ellos sepan de estamos yendo con paquetes de comida ellos van, aún si tienen una hora para eso”.

Depués que las cajas con comida llegaran a las casa de Al-Hussen, se sentó con su hija en el suelo y prepararon un licuado para la cena mientras hablaba sobre la vida en Siria.

Dijo que “cuando recibí la ayuda me sentí feliz y triste al mismo tiempo porque no tego nada para agradecerlo”.

Hammound y Al-Hussen dijeron que aún planean compartir lo que recibieron de los miembros de la Rama Beirut con el hermano de Hammound su familia, quienes viven detrás de la fabrica.

Hammoud dijo que su familia está obrigada a aceptar la ayuda y a compartirla con otros.

“Los niños necesitan comer y beber. Ellos no pueden entender la situación”, dijo. “Su futuro es importante para mi”.