La vida está llena de desvíos y callejones sin salida, pruebas y dificultades de toda índole. Probablemente cada uno de nosotros ha tenido momentos en los que la aflicción, la angustia y el desaliento casi nos han consumido. ¿Y aun así estamos aquí para tener gozo?

¡Sí! ¡La respuesta es un sí rotundo! Pero, ¿cómo es posible eso?; y ¿qué debemos hacer para reclamar el gozo que nuestro Padre Celestial tiene reservado para nosotros? Eliza R. Snow, segunda Presidenta General de la Sociedad de Socorro, brindó una respuesta fascinante.

A causa de la infame orden de exterminio de Misuri, emitida al comienzo del inclemente invierno de 1838, ella y otros santos se vieron obligados a huir del estado ese mismo invierno. Cierta noche, la familia de Eliza se acomodó en una pequeña cabaña que los santos usaban a modo de refugio. Las personas que habían estado allí antes que ellos habían quitado gran parte del relleno de entre los troncos para usarlo como combustible, por lo que había agujeros lo bastante grandes como para que se metiera un gato. El frío era intenso y la comida estaba congelada.

Esa noche, cerca de ochenta personas se apiñaron en aquella pequeña cabaña de apenas seis metros cuadrados. La mayoría pasaron la noche sentados o de pie para tratar de entrar en calor. Afuera, un grupo de hombres pasaron la noche alrededor de una gran fogata; algunos cantaban himnos y otros asaban papas (patatas) congeladas. Eliza registró: “No se oyó ni una queja; todos estaban alegres y, a juzgar por las apariencias, si alguien nos hubiera visto nos habría tomado por excursionistas más que por un grupo de exiliados del gobierno”.

El informe que Eliza escribió acerca de aquella noche agotadora y gélida fue sorprendentemente optimista; ella declaró: “Fue una noche muy feliz. Nadie sino los santos puede ser feliz en cualquier circunstancia”.

¡Así es! Los santos pueden ser felices en cualquier circunstancia. ¡Podemos sentir gozo aun cuando tengamos un día malo, una semana mala o hasta un año malo!


fuente: Facebook Russell M Nelson